Cuando el tren se va aproximando a Rijeka su gran zona portuaria se
va abriendo ante los ojos del viajero ferroviario. Aquí hubo barcos
desde antes de los romanos pero el ferrocarril le abría nuevas
perspectivas. Croacia tiene otras importantes ciudades costeras con
conexión ferroviaria: Split, Zadar y Pula.
En Fuzine una pequeña espera hasta que lleguen todos los autobuses y
reanudación de la marcha hasta Rijeka.
Cuando nos aproximamos a Rijeka el terreno se va haciendo más abrupto y abundan las trincheras en el trazado ferroviario. En alguna de ellas operarios del ferrocarril aseguran la circulación de los trenes porque se producen frecuenten derrumbes de tierras y piedras.
Por fin, la estación de Plase que es como una ventana al precipicio,
desde donde es posible hacer fotos desde arriba mientras el tren va de
un lado a otro del paisaje para bajar los 618 metros que nos separan
hasta el final del recorrido. Y, alternativamente, va apareciendo el mar
por uno y otro lado del tren.
En uno de esos cambios de sentido, podemos ver a lo lejos la isla de
Krk donde está situado el aeropuerto de Rijeka, con el gran viaducto que
la une a tierra firme. Otras islas se vislumbran más lejanas y aún más
la Península de Istria.
Cuando ya casi tocamos las primeras casas de Rijeka en la ladera, se
nos aparece la autopista que viene desde Zagreb y que ha desplazado al
ferrocarril como medio de transporte para muchos viajeros.
El cúmulo de estructuras que ha habido que levantar en un espacio
tan reducido -el mar y la montaña- da una idea del enorme trabajo de
proyecto que representó traer hasta aquí el ferrocarril en el s. XIX.
El tren pasa cerca de la terminal de contenedores a la que llega un
ramal ferroviario. El proyecto de mejora ferroviaria alcanza también al
trazado de este ramal para poder multiplicar el tráfico en los próximos
años. En
este enlace se puede descargar un resumen de ese proyecto con
croquis (en inglés).
La estación de viajeros de Rijeka tiene la particularidad de estar
al lado del puerto, así como el ramal de acceso al puerto comercial de
tráfico general. Esto significa que los trenes deben atravesar la calle
principal de la ciudad a todas horas. Se ha construido un paso inferior
para que los vehículos no deben pasar largo tiempo detenidos, pero los
peatones tienen a veces un excelente escaparate, en especial los abuelos
con sus nietos, para presenciar el animado desfile de todo tipo de
trenes de viajeros y de mercancías, excepto los de contenedores.
No tardó en pasar uno de ellos que abandonaba Rijeka para dejar
constancia de tan singular circunstancia. Sé de un país donde ese tren
habrían sido ya soterrado...
El edificio de la estación, parecería construido por los romanos en
su época en la ciudad, si no supiéramos que data de 1891. En
este artículo de la web del Museo Ferrovario de Croacia hay
abundante documentación sobre el patrimonio cultural de la línea a
Rijeka y del que existe en la ciudad. Merece la pena leerlo.
Precisamente una de las locomotoras a que se refiere está justo delante
de ese edificio, en uno de los laterales.
En un paseo por las calles de la ciudad tenemos la impresión como si
hubiesen reunido en el mismo edificio un museo arquelógico, otro de las
diversas épocas clásicas y uno de arte moderno, porque de todo ello se
encuentra mirando a uno y otro lado e incluso en edificaciones
contiguas. Su
web oficial de Turismo da cuenta de todas ellas, por lo que no vamos
a redundar datos pero sí ofrecer algunas imágenes.
Una curiosidad es también esta torre exenta de la iglesia de la
Asunción que se inclina al modo de la de Pisa.
El Teatro Nacional ha sido centro en estos días de los fastos que
esta ciudad ha dedicado al ingreso de Croacia en la Unión Europea, que
han tenido especial protagonismo en Zagreb hasta el día de ayer y del
que hemos sido testigos en algunos de ellos.
Como el intenso calor de la jornada no hacía demasiado cómoda la
subida al castillo, desde donde hay una excelente vista de Rijeka,
preferimos deambular por la zona portuaria y el frente marítimo.
En un lateral del puerto está el mercado y la lonja de pescado de
estilo modernista que vemos en esta foto.
El puerto comercial tiene vías férreas en uso por lo reluciente de
los raíles. Otros muchos edificios de interés se ven por todas partes,
pero remito a los lectores a la web de turismo de la ciudad, que hemos
enlazado.
Con este esbelto velero nos encaminamos de nuevo a la estación para
el viaje de vuelta, esta vez en tren directo y sin transbordos a
autobuses.
En la estación, junto a la composición que debía devolvernos a
Zagreb, pudimos observar una serie de coches cama de alta calidad de los
Ferrocarriles de Croacia con destino al tren directo Rijeka-Munich,
último vestigio de los muchos trenes directos que antaño llegaron hasta
aquí procedentes de diversas ciudades centroeuropeas.
Ya está formado el tren a Zagreb y nos irá anocheciendo por el
camino. A la salida de Rijeka podemos ver la ciudad más moderna
escalando las laderas.
Y nosotros también remolcados por una locomotora 1141 de fabricación
sueca y modificada en Croacia como la que remolca este otro tren con el
que nos cruzamos. Pareciera que no fuésemos en rampa de la velocidad a
la que circulaba nuestro tren.
Termina aquí nuestro relato del viaje ferroviario que comenzamos hace un mes en Barcelona y que nos ha llevado de nuevo al Mediterráneo, pero muy lejos de la Ciudad Condal.