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  Cultura   Croacia 10/02/2013

Josep Pla en el Adriático oriental

Autor: Pau Sanchis

La literatura catalana no ha frecuentado mucho la costa dálmata, ahora bien, poco no significa nada y si buscamos un poco encontraremos aquí y allá algún autor que ha estado allí y ha dejado su impronta. Cuando se viaja desde la literatura catalana se ha de consultar la obra de Josep Pla. Hay pocos rincones del continente europeo que el escritor de Palafrugell no haya descrito, y la costa del Adriático oriental no es una excepción. En "Les beceroles del Mediterrani", libro que Pla escribió según declara para "promover la curiosidad de mis conciudadanos por este mar", le dedica un capítulo: "El litoral yugoslavo del Adriático". Es un capítulo corto en el que describe los puertos del Adriático desde Trieste hasta Dubrovnik por vía marítima "con un barco cualquiera, porque de lo que se trata es de cabotaje". No es lo único que Pla dejó escrito sobre Croacia, en "Les escales de Llevant" sigue toda la costa Adriática oriental entrando desde Trieste a Pola y bajando hasta Dubrovnik desde donde pasa después a Brindisi para ir a Grecia: "estas escalas que ahora publico constituyen el libro de navegación de mi primer viaje a Grecia, a Constantinopla (ahora Estambul), y Constanza, en el Mar Negro, en 1929)". En este mismo viaje, como el regreso lo hace por tierra, Pla incluye sus impresiones sobre Zagreb y Belgrado. Una de las cosas que tengo pendientes es hacer un repaso a su obra completa en busca de más comentarios sobre la costa de Dalmacia y sobre el resto de Croacia, no obstante, diría que éstas son las dos referencias más importantes.

"Les beceroles del Mediterrani" está incluido en el volumen 37 de la Obra completa, publicado por primera vez en 1980. Según Lluís Bonada, el libro se escribió alrededor de 1977. "Les escales de Llevant", publicado en el volumen 13 de la Obra completa en 1969 hace referencia, como hemos visto, a un viaje de 1929, aunque el texto de Pla debe estar redactado posteriormente y, de hecho, cuando pasa por Fiume (Rijeka) fecha el retrato de la ciudad en 1938.

En el texto de "Les beceroles" la visión de Pla de la costa adriática de levante es claramente anticomunista y antieslava. Todo lo que admira de Dalmacia es austriaco, veneciano o romano o es, sencillamente, el paisaje: "la impresión general es siempre la misma: sin la civilización italiana (veneciana) no habría nada: un pequeño pueblo de pescadores" dice sobre Šibenik. Aquí y allá deja constancia de los cambios toponímicos. En la Yugoslavia de Tito los nombres oficiales de los sitios eran los eslavos, en lugar de los italianos (venecianos). La mirada italiana de Pla ve una eslavización arbitraria, lo cual es una verdad a medias. Es decir, los topónimos eslavos no se los "inventa" Yugoslavia, lo que se hace es hacerlos oficiales. La cuestión de los topónimos en Croacia, de hecho, da fe de la condición fronteriza de ese litoral. Frontera política y cultural y, por tanto, lingüística. En el Adriático oriental es donde confluyen los límites de Roma con el mundo eslavo, el germánico y el turco. Para Pla, que habla desde la civilización romana, esto parece que pasa desapercibido. Cómo sería la Yugoslavia de los setenta que vio Pla es algo que no podemos saber (o lo podemos saber leyendo otros libros), pero sí podemos conocer la Yugoslavia que él nos quiso transmitir. Pla es como uno de esos veduttisti italianos que dan siempre la apariencia de exactitud, que se puede confundir en objetivismo, aunque en realidad nos están dando una sutil visión propia, idealizada o irónica.

En "Les escales de Llevant", en cambio, el contexto político que ve Pla es otro. En 1929, Croacia formaba parte del reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos que, precisamente aquel año, pasaría a llamarse Reino de Yugoslavia (3 de octubre de 1929). Además, la ciudad de Zadar no formaba parte de este Reino, sino de Italia, en virtud del tratado de Rapallo (1920) que hizo oficial lo que era de facto desde 1918. En este texto, Pla da fe de la nostalgia por el imperio austrohúngaro que se sentía en los puertos de Abbazzia en una visita anterior. Abbazzia, en croata Opatija, fue un puerto balneario del lado de Rijeka, de soberanía italiana también a partir de 1920. Dice Pla, sobre la Abbazzia italiana: "El país esperaba la llegada de los aristócratas de Viena y Budapest, pero esta clase, como fuerza económica, había pasado a mejor vida, empobrecida por sucesivas reformas agrarias. Los únicos que llegaba eran los que no interesaban a los italianos: los croatas de las comarcas vecinas".

Más adelante, al hablar del Fiume fascista, comenta: "La gente está obligada a sentirse cada día más italianísima, más patriota, pero a medida que crece, ficticiamente, esta temperatura, más cortas son las raciones alimenticias. Cada vez que gritan "Viva el Duce", se acortan la correa. Sobre Fiume-Rijeka, años más tarde, vuelve a comentar las vicisitudes políticas de los años veinte, en concreto, la aventura fascistoide del poeta D'Annunzio y la proclamación del Estado Libre de Fiume, entre 1920 y 1924: "Cuando se produjeron los tratados de la primera guerra mundial, Fiume fue entregada, por razones raciales, a Yugoslavia. El patriotismo italiano protestó. El poeta D'Annunzio se apodera de Fiume, con cuatro amigos, en medio de un escándalo mundial. Se le concede el título de Monte-Nevoso, una montaña de los Alpes Balcánicos. El presidente Wilson tuvo un gran disgusto -uno de los más grandes que le produjeron esos tratados. La cuestión produjo dos eventos de gran relevancia: la retirada de EEUU de Europa y la creación del fascismo italiano".

Pla, en estos dos capítulos adriáticos describe, además de hacer referencias a la actualidad y la historia política, los paisajes y las ciudades que se encuentra haciendo cabotaje. Me ha interesado especialmente, por razones obvias, lo que escribió sobre la ciudad de Zadar, pero eso lo dejo para el próximo post.

(Fuente: Viatger que s'extravia)

Os dejamos con la expedición de un D'Annunzio siempre dispuesto a tomar las poco poéticas armas del imperialismo

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