CASA BALCANES
  Cultura   Balcanes 28/07/2013

Viñetas de los Balcanes: Los cómics sobre el conflicto de la antigua Yugoslavia (II)

Autor: El blog ausente
“Si alguien estuviera matando pingüinos tal y como los serbios matan al pueblo bosnio, el mundo habría intervenido ya para tomar medidas rápidas y severas”. Ervin Rustemagić en un fax a Joe Kubert (Fax From Sarajevo)
Ojalá Sarajevo-Tango no hubiera existido”. Hermann en su página web

El dibujante y guionista belga Hermann Huppen (más conocido con el Hermann a secas con el que firma sus obras) es uno de los grandes nombres del cómic de aventuras franco-belga (y eso es mucho decir). Tras las estupendas aventuras de Bernard Price (con guiones de Gregg) y ya como autor completo, desvelaba su interés por plasmar aspectos poco agradables del ser humano mostrando el poder como fuente de destrucción (en la saga Jeremiah, una especie de western futurista) o las miserias de la que posiblemente sea la Edad Media más real jamás dibujada en un cómic (Las torres de Bois-Maury).

Hermann recibió durante casi dos años los faxes de su representante y amigo Ervin Rustemagić; realizó mil trámites burocráticos para sacarlo de Sarajevo, implicándose en la tragedia. Cuando su amigo había conseguido salir de la ciudad, siguió comprobando como la guerra y el horror se prolongaba en el tiempo mientras las potencias occidentales mostraban la más terrible de las inacciones: aquella que por no hacer nada provocas el sufrimiento de miles de personas.

En octubre de 1995, harto de ver como el horror continuaba, publicó Sarajevo-Tango; envió copias de su obra a cientos de políticos, periodistas y personalidades internacionales (entre ellos el entonces presidente Felipe González o el rey Juan Carlos) y cedió todos los derechos a la agencia del en ese momento refugiado Rustemagić, la Strip Art Features.

Sarajevo-Tango no es una obra perfecta ni el mejor trabajo de Hermann. Es lógico si pensamos en la implicación personal del autor con los hechos que describe. Sale del estómago. Es un grito de rabia e indignación claro y conciso que se mueve a tres niveles muy diferentes y por ello no es todo lo compacto que se espera del creador de Las torres de Bois-Maury (y vuelvo a repetir que no tenía porque serlo). Por un lado, el vehículo narrativo de la historia: la aventura de un mercenario que acude a rescatar a una niña. El nudo argumental y vehículo que transporta al lector a una ciudad sitiada durante años. El héroe es, de hecho, un personaje amoral, que se mueve por dinero pero que al final reacciona. Por otro lado, la plamación del horror para sacudirnos del letargo, mostrando la limpieza étnica o la presencia de los miserables francotiradores; Hermann lo consigue gracias a sus magníficos dibujos y a sus geniales colores cargados de atmósferas impresionistas.

El tercer nivel, del que carecen el resto de obras aquí comentadas, es salvajemente paródico. Hermann se explaya y ridiculiza las fuerzas internacionales: los cascos azules llevan barretina de pitufo; la sede de la ONU es un enorme queso de Gruyêre; sobre Sarajevo vuelan globos con la forma del dedo acusador del presidente de la ONU, Boutros-Ghali, globos que se deshinchan con facilidad. Mención especial merece una escultura que muestra las naciones europeas en precario equilibrio alrededor de una bandera de la UE que luce en su centro un fláccido pene (al que le faltan los cojones).

Sarajevo-Tango es un cómic que juega sus mejores bazas como vehículo de protesta. Y protesta con fuerza. Nadie escapa al ridículo por sus faltas y debilidades respecto a la tragedia, ni siquiera la clase media de las democracias occidentales (o sea, nosotros) más preocupados por reunirnos delante del televisor para ver un partido de fútbol. Desde luego, no deja indiferente y ese era el objetivo del autor. No podemos pedir más pues somos nosotros quienes hemos de aportar la reflexión que esta obra merece.

“En este momento se oyen los cañones que bombardean la ciudad desde las montañas circundantes, y un abundante fuego de ametralladoras. De algún modo, nos hemos acostumbrado a vivir con ello”. Ervin Rustemagić en un fax a Muriel Kubert (Fax from Sarajevo)

Otro de los autores que recibía los faxes de Ervin Rustemagić era Joe Kubert, todo un clásico del cómic norteamericano. Polaco emigrado a los EE.UU. cuando sólo era un recién nacido, Kubert fue un dibujante precoz que en plena adolescencia ya trabajaba en la industria como aprendiz en un estudio. Su dibujo vigoroso y ágil, de narrativa impecable y precisa, de dramáticas composiciones y héroes musculosos de facciones duras, lo entronca estilísticamente con una tradición de tebeos de aventuras en la que encontramos nombres que van de Milton Caniff a John Buscema. De entre su vasta producción, buena parte realizada para la DC Comics (Batman, Flash, Hawkman) destaca su enérgica visión de Tarzán y un par de cómics bélicos que se alejaban del estereotipo para contar historias no siempre agradables: Enemy Ace y, especialmente, el Sargento Rock.

Además de varias novelas gráficas de interés (una de ellas, Abraham Stone, producida para la agencia de Ervin Rustemagic) otro de los grandes logros de Joe Kubert fue la fundación en 1976 de la primera escuela norteamericana dedicada a la enseñanza de la narrativa gráfica, The Joe Kubert School of Cartoon and Graphic Arts. Tampoco podemos olvidar que dos de sus hijos. Adam y Andy, han seguido los pasos de su padre y son, en la actualidad, importantes dibujantes para la Marvel.

En 1996 Kubert convirtió los faxes de Rustemagić recibidos en la novela gráfica Fax from Sarajevo, el relató de la lucha del editor balcánico y su familia por sobrevivir. Reproduciendo muchas de esas misivas desesperadas en los que se da cuenta, por ejemplo, de la limpieza étnica o de la presencia de francotiradores. Las senciones plasmadas son muchas. La angustia, las crisis nerviosas, los arriesgados viajes al centro de Sarajevo en un coche protegido de los francotiradores con placas de metal y, curiosamente, comic-books; la destrucción de todo su trabajo, de sus oficinas, de los originales que guardaba; el horror de la guerra y esa extraña sensación que debe ser acostumbrarse a sus sonidos, un chip supongo que indispensable para no enloquecer que muestra los extraños recursos del cerebro humano; los infructuosos esfuerzos diplomáticos de sus amigos (Hermann, Hugo Pratt, el mismo Kubert). Una aventura que nadie querría vivir en la que, con razón, la figura de Rustemagic a menudo se idealiza y luce el aspecto viril de los héroes de Kubert.

En comparación con la obra de Hermann, Fax From Sarajevo resulta más inocente, quizás más del gusto norteamericano; a menudo recuerda el cine de Frank Capra o denota la huella del mejor Will Eisner en alguno de sus dibujos de seres humanos desamparados. Aunque tampoco estamos ante un tebeo perfecto, a cambio trasciende pasión y resulta una lectura francamente interesante.

Fuente: Artículo cedido por El blog ausente (© Todos los derechos reservados)

Entidades colaboradoras:

CUMEDIAE EaST Journal FACE THE BALKANS Oneworld Platform For SouthEast Europe
(*) Bajo la resolución 1244 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
© Casa Balcanes