Sócrates ahuyenta la sensorialidad y bucea en la introspección del ser
humano, dictando una moral crítica con el apremio social y basada en las
reglas que el propio individuo marca al compás de ese respeto enraizado
en el autoconocimiento. El filósofo ateniense corta de este modo las
cuerdas de esa reflexión con la vista anclada en la Naturaleza que
elucubraron formas más articuladas para explicar los fenómenos que
contemplaban cual devotos celícolas en la Acrópolis. El miedo a lo
desconocido había dado vida a dioses amables o coléricos, pero muy
parecidos a los mortales que los imaginaron y cuando ese temor se quedó
huérfano de exégetas porque a los poetas se les había ido la mano con la
narratividad, allí estuvieron los jonios para proponer los cuatro
elementos o los átomos como origen de ese universo inaprensible.
Cornford se permite bromear sobre la ucrónica canonización del elocuente eurístico que fue Sócrates, de haber esperado éste a nacer en los tiempos de la patrística y nos elabora un desarrollo axial de la filosofía donde, en torno al padre del “Conócete a ti mismo”, presenta al público de sus conferencias -porque de eso nacen estos textos-, las ordenaciones armónicas del cosmos pitágorico y el concepto de la transmigración de las almas de la que Platón toma buena nota y que completa con la doctrina de la reminiscencia. El autor de “El banquete” dispone de una coartada perfecta para eludir teogonías que pongan de nuevo el acento en seres demiúrgico y exponer su teoría del conocimiento. Saber que le faltará a sus sucesores al ceder el testigo en el Academia a Espeusipo y no a ese afanoso Aristóteles con su dios casi solipsista, lo que abandona al hombre a la necesidad de ejercitar una ética finalística.
Antes y después de Sócrates. Francis M. Cornford. Traducción: Antonio Pérez Ramos. Ariel, Barcelona, 2011. 118 páginas.
Os dejamos con el enlace a la película de Roberto Rossellini sobre el filósofo griego
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Ciudad de origen: Atenas
Año de nacimiento: Entre 470 y 469 a. C.
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